La Isla de Ons, joya natural del Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas de Galicia, no solo destaca por sus playas, acantilados y biodiversidad, sino también por su fascinante historia geológica. Su origen se remonta a millones de años atrás, cuando los procesos tectónicos, erosivos y marinos dieron forma a este enclave singular que hoy emerge frente a la ría de Pontevedra. Comprender la formación y evolución de Ons es adentrarse en un relato que mezcla fuego, roca, océano y tiempo, donde la naturaleza ha esculpido uno de los paisajes más espectaculares del litoral atlántico gallego.
Un enclave granítico nacido del corazón de la Tierra
La base geológica de la Isla de Ons está compuesta casi en su totalidad por granito hercínico, una roca ígnea que se formó hace más de 300 millones de años durante la orogenia hercínica. Este evento geológico, de escala continental, dio lugar al levantamiento del antiguo macizo ibérico y al afloramiento de materiales profundos procedentes del interior de la corteza terrestre. En aquel tiempo, Galicia era una vasta región montañosa conectada con lo que hoy son las tierras de Bretaña e Irlanda.
El granito que conforma Ons se originó a partir del enfriamiento lento de magmas graníticos en las profundidades del subsuelo. Con el paso de los milenios, la erosión y los movimientos tectónicos acabaron exponiendo estas masas rocosas a la superficie. El resultado fue un paisaje duro, resistente y modelado por los agentes naturales que, aún hoy, continúa transformándose.
De la montaña al archipiélago: el papel de la erosión y el mar
Tras la orogenia hercínica, los procesos de erosión y sedimentación comenzaron a desgastar lentamente las antiguas montañas. A lo largo de millones de años, la acción del viento, la lluvia y los ríos moldeó el relieve, generando un paisaje más suave y redondeado. Sin embargo, el factor que transformó de manera decisiva el aspecto de la región fue el ascenso del nivel del mar durante el Pleistoceno y el Holoceno.
Hace unos 10.000 años, al finalizar la última glaciación, los glaciares continentales comenzaron a derretirse, provocando un aumento global del nivel de los océanos. Las antiguas depresiones fluviales que recorrían la costa gallega quedaron entonces inundadas, dando origen a las actuales rías gallegas, entre ellas la de Pontevedra. En este proceso, los puntos más elevados del relieve —como los que hoy conforman Ons— permanecieron emergidos, convirtiéndose en islas e islotes.
Así nació el actual archipiélago de Ons, formado por la Isla de Ons y los islotes de Onza, Centolo, Las Freitosas y A Laxe do Crego. Estas estructuras graníticas emergen del océano como los últimos vestigios de una cadena montañosa sumergida, testigo silencioso de una historia geológica que abarca cientos de millones de años.
La forma actual de la isla: modelado por el mar y el viento
El modelado actual de la Isla de Ons es fruto de la combinación de procesos geológicos y dinámicas marinas. Su morfología alargada, con una orientación norte-sur, responde a las fracturas tectónicas heredadas del basamento granítico, que condicionan la disposición de acantilados, playas y valles.
En la costa occidental predominan los acantilados abruptos, que alcanzan alturas de más de 50 metros en zonas como el Cabo do Centolo. La acción constante del oleaje atlántico erosiona sin descanso la roca, dando lugar a cuevas marinas, grietas y farallones. Entre las más destacadas se encuentra la Cueva del Buraco do Inferno, una cavidad natural creada por la erosión marina sobre las fracturas del granito, que genera un espectáculo acústico cuando el mar penetra en su interior.
Por el contrario, la costa oriental presenta un relieve más suave y abrigado. En esta vertiente se encuentran las principales playas de arena fina, como Area dos Cans, Pereiró, Melide y Canexol. Estas formaciones son el resultado del depósito de sedimentos arrastrados por las corrientes marinas y el viento, que han ido acumulándose a lo largo de miles de años.
La acción del viento y el clima atlántico
El clima oceánico de la región, caracterizado por la humedad, las lluvias frecuentes y los vientos del noroeste, ha desempeñado un papel esencial en la evolución del paisaje insular. El viento, especialmente el viento del Atlántico, moldea la superficie de la isla, transporta arena y da forma a pequeñas dunas costeras en las zonas de playa. Estas dunas, fijadas por vegetación autóctona como el cardo marino o el ammophila arenaria, actúan como barreras naturales contra la erosión.
Las precipitaciones constantes, combinadas con la porosidad del granito, han favorecido el desarrollo de suelos poco profundos, de textura arenosa y escasa retención de nutrientes. No obstante, la vegetación adaptada a este medio —formada por brezales, tojos, pinos y matorral atlántico— ha contribuido a estabilizar el terreno, protegiéndolo de la erosión hídrica.
Procesos geológicos activos: una isla en transformación constante
Aunque pueda parecer un paisaje estático, la Isla de Ons continúa en constante transformación. Los procesos geológicos y marinos actuales siguen modelando sus costas y su relieve interior. La erosión marina avanza lentamente, esculpiendo nuevas formas y desgastando otras más antiguas. Los desprendimientos de roca en los acantilados occidentales son frecuentes, especialmente tras temporales intensos, y las playas experimentan variaciones estacionales en su extensión y composición sedimentaria.
Asimismo, los movimientos tectónicos, aunque mínimos, siguen registrándose en el noroeste peninsular. Galicia se encuentra sobre la placa euroasiática, próxima a su límite con la placa africana, lo que provoca leves ajustes sísmicos y deformaciones del terreno a largo plazo. Estos movimientos, junto con la acción erosiva del mar, hacen que la isla continúe evolucionando lentamente, manteniendo vivo su legado geológico.
Los materiales geológicos: huellas del tiempo
El granito dominante en Ons pertenece a la familia de los granitos de dos micas, una variedad típica del occidente gallego. Su textura es gruesa, compuesta principalmente por cuarzo, feldespato y micas (biotita y moscovita). Estas rocas presentan fracturas y diaclasas que han sido aprovechadas por los agentes externos para tallar el paisaje actual.
En algunos sectores, especialmente en la zona sur de la isla, aparecen filones de cuarzo que cortan el granito, testimonio de antiguos procesos hidrotermales. En los suelos se observan depósitos recientes de arena y gravas marinas, procedentes de la erosión y del transporte costero. Estos materiales más modernos contrastan con la antigüedad de la base granítica, creando un mosaico geológico que resume millones de años de historia.
El papel de la tectónica en la configuración de Ons
La tectónica de fractura ha sido un factor determinante en la configuración de la Isla de Ons. Durante los procesos orogénicos y posteriores a ellos, se formaron fallas y fracturas orientadas principalmente en dirección noreste-suroeste y noroeste-sureste. Estas líneas de debilidad estructural condicionaron el trazado de valles, la orientación de las playas y el perfil costero.
De hecho, la forma alargada de Ons y su relieve escalonado son consecuencia directa de estas estructuras tectónicas. En las zonas donde las fracturas se cruzan, la erosión marina ha actuado con mayor intensidad, generando oquedades, grietas y entrantes naturales. Este patrón estructural puede observarse claramente desde el aire, donde la isla muestra una simetría que responde a su origen tectónico.
El vínculo entre geología y ecosistemas
La historia geológica de la Isla de Ons no puede separarse de su ecosistema actual. La naturaleza del sustrato, el relieve y el clima determinan la distribución de la flora y fauna. Las zonas de granito desnudo albergan líquenes resistentes al salitre, mientras que las depresiones más fértiles permiten el crecimiento de matorrales atlánticos y pinares introducidos por el ser humano. En las áreas arenosas, las dunas costeras protegen a especies endémicas adaptadas a la salinidad y a la escasez de nutrientes.
El entorno marino, por su parte, se beneficia de la complejidad geológica del fondo oceánico. Las grietas y rocas sumergidas creadas por la erosión granítica proporcionan refugio a peces, moluscos y crustáceos, contribuyendo a la extraordinaria biodiversidad del Parque Nacional. Así, la geología actúa como la base invisible que sustenta la vida en Ons, tanto en la tierra como bajo el mar.
La Isla de Ons en el contexto del Parque Nacional
Dentro del conjunto del Parque Nacional Marítimo-Terrestre das Illas Atlánticas, la Isla de Ons representa un ejemplo característico de la geología granítica atlántica. Comparte origen y composición con las Islas Cíes, Sálvora y Cortegada, aunque presenta particularidades propias. Su relieve más ondulado y sus playas orientadas al este evidencian una evolución geológica influenciada por factores locales, como la dinámica de las corrientes de la ría y la exposición a los vientos dominantes.
El parque protege no solo la biodiversidad biológica, sino también el patrimonio geológico que lo sustenta. La comprensión de estos procesos naturales es esencial para la conservación del entorno, ya que cualquier alteración en el equilibrio geológico puede afectar a los ecosistemas que dependen de él.
Un legado geológico vivo
La Isla de Ons es, en esencia, un museo geológico al aire libre. Cada acantilado, cada playa y cada roca cuenta una parte de su historia, desde la formación del granito hercínico hasta la acción modeladora del mar actual. Su estudio permite comprender mejor no solo el origen de las islas atlánticas gallegas, sino también la evolución del paisaje costero de toda Galicia.
Conservar Ons es conservar millones de años de memoria geológica, una herencia que sigue viva en sus formas, en sus relieves y en sus silencios. Cada visitante que pisa su suelo granítico está caminando sobre un fragmento de historia de la Tierra, un testimonio de cómo el tiempo, el mar y la roca pueden crear belleza eterna.
